I. Fundamentos y características del karma según el Buddha
En el budismo temprano, tal como se recoge en el Sutta Piṭaka del Tipiṭaka pāli, el karma (kamma en pali) no se refiere a una fuerza misteriosa o destino predeterminado, sino a un principio natural de causa y efecto ético: las acciones volitivas (cetana) producen resultados acordes con su cualidad moral.
1. Definición esencial
En el Aṅguttara Nikāya (AN 6.63), el Buddha declara:
“Cetanāhaṃ, bhikkhave, kammaṃ vadāmi”
“Monjes, es la intención lo que yo llamo karma.”
(AN 6.63, Nibbedhika Sutta)
Esta frase clave sitúa la intención consciente en el centro del karma: no es simplemente el acto externo, sino la motivación mental que lo acompaña la que determina su carga kármica.
2. Tres puertas del karma
Las acciones pueden realizarse a través de:
- Cuerpo (kāya-kamma)
- Palabra (vacī-kamma)
- Mente (mano-kamma)
Estas tres “puertas” son vehículos para la manifestación del karma. Las acciones virtuosas a través de estas puertas conducen a resultados beneficiosos, mientras que las no virtuosas producen sufrimiento y desdicha.
3. Tipos de karma según su fruto
En el Majjhima Nikāya (MN 136, Mahākammavibhaṅga Sutta), el Buddha distingue entre diversos tipos de karma según el momento de su maduración:
- Karma que madura en esta vida
- Karma que madura en la siguiente vida
- Karma que madura en vidas posteriores
Además, no todo karma madura de forma inmediata, y algunos pueden ser neutralizados por el desarrollo espiritual (como se ve en MN 86 con el caso del asesino Angulimāla).
4. El karma no es destino
En el Devadaha Sutta (MN 101), el Buddha rechaza la visión fatalista que afirma que todo lo que se experimenta es fruto de acciones pasadas. Él enseña una visión equilibrada: aunque el karma pasado influye, el presente es un campo fértil para nuevas acciones, y por ende, transformación.
II. Karma como camino práctico: cómo integrarlo en la vida diaria
Aunque el karma se presenta como un principio doctrinal, el Buddha también lo enseña como una herramienta de transformación ética y contemplativa. ¿Cómo aplicarlo en la vida diaria?
1. Cultivar la conciencia de la intención
Como vimos en AN 6.63, todo comienza con cetana. Observar la intención antes de actuar, hablar o pensar es el primer paso para vivir con sabiduría kármica. Una práctica diaria puede ser:
- Antes de actuar o hablar, pausar brevemente y preguntarse:
“¿Esta acción surge desde la codicia, el odio o la ignorancia, o desde la generosidad, la benevolencia o la sabiduría?”
Este discernimiento abre un espacio de libertad entre estímulo y respuesta.
2. Meditación reflexiva sobre las consecuencias
El Dīgha Nikāya (DN 31, Sigālovāda Sutta) alienta a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones. Una práctica contemplativa podría ser:
Al final del día, sentarse en silencio y repasar las acciones del día, preguntándose:
¿Qué acciones trajeron paz y bienestar a mí y a los demás? ¿Qué acciones trajeron agitación o sufrimiento?
Este examen regular fortalece la sabiduría moral (sīla paññā).
3. Vivir en congruencia con las 10 acciones saludables (kusala-kamma-patha)
Estas se resumen en acciones de cuerpo, palabra y mente que el Buddha elogió (ver AN 10.176):
- Cuerpo: No matar, no robar, no conducta sexual dañina
- Palabra: Veracidad, habla amable, habla significativa, no calumniar
- Mente: No codiciar, no albergar mala voluntad, tener visión correcta
Incorporar estos preceptos como guía diaria fortalece el cultivo de buen karma aquí y ahora.
4. Karma y paciencia: la confianza en la ley del cultivo
El karma enseña que ninguna acción se pierde: toda semilla da fruto cuando las condiciones son propicias. Este principio inspira paciencia y perseverancia, incluso cuando los resultados no son inmediatos. Como se dice en el Dhammapada (v. 9):
“Aquél que hace el bien cosechará lo bueno; el bien hecho no se pierde, aunque tarde en madurar.”
Conclusión
El karma, desde la perspectiva del Sutta Piṭaka, es una enseñanza profunda sobre la responsabilidad personal, la libertad consciente y el potencial transformador del presente. No es un sistema de castigo o recompensa mecánica, sino una ley natural que refleja la dirección ética de nuestra mente y conducta.
Al integrar esta visión en la vida cotidiana, el karma deja de ser una creencia abstracta y se convierte en un mapa de navegación hacia una vida más sabia, compasiva y libre de sufrimiento.