Cuando se habla de cultivar un pensamiento sano, muchas personas lo asocian con el “pensamiento positivo”: una forma de enfocarse solo en lo bueno e ignorar lo difícil. Pero en el budismo, el trabajo con la mente no consiste en negar la realidad, sino en transformar la perspectiva y reeducar el proceso de pensar.
Muchos maestros buddhistas proponen comenzar el camino espiritual con una práctica llamada pensamiento selectivo (anussati), basada en el famoso discurso del Buddha sobre las dos clases de pensamiento (Dvedhāvitakka Sutta, MN 19).
El origen: dos clases de pensamiento
En el Dvedhāvitakka Sutta, el Buddha cuenta cómo, antes de su iluminación, observó que ciertos pensamientos oscurecían la mente y conducían al sufrimiento, mientras que otros aportaban claridad y lo acercaban a la liberación.
Los pensamientos perjudiciales eran aquellos motivados por:
- Pasión (kāma vitakka)
- Odio (vyāpāda vitakka)
- Crueldad (vihiṁsā vitakka)
Estos pensamientos generaban agitación emocional, debilitaban la concentración y reforzaban el ciclo del sufrimiento.
Frente a ellos, el Buddha cultivó pensamientos opuestos, beneficiosos:
- Desapasionamiento (nekkhamma vitakka)
- Benevolencia (abyāpāda vitakka)
- Compasión (avihiṁsā vitakka)
- Felicidad (pīti vitakka)
- Visión interna (vipassanā vitakka)
Estos cinco tipos de pensamientos conducen al sosiego, a la claridad interior y a la dirección correcta de la mente.
¿Qué es, entonces, el pensamiento selectivo?
No se trata de pensar “positivo” por hábito ni de autoengañarse.
Se trata de un entrenamiento consciente para dirigir la mente hacia pensamientos que disuelven el apego, el conflicto y la confusión.
Bhante Punnaji subraya que el pensamiento selectivo:
- No reprime la experiencia.
- No niega el dolor.
- No es una moralidad forzada.
Es una forma de introspección activa, que transforma el estado mental desde la raíz. Es el primer paso para salir del “sueño de la existencia” y despertar a una forma de ver más clara, desapegada y compasiva.
¿Cómo se practica?
Paso a paso
- Elegir un pensamiento elevado o reflexión adecuada
Ejemplos:- “Todo lo condicionado es impermanente.”
- “La muerte es segura; el momento, incierto.”
- “La ira solo destruye al que la sostiene.”
- “La compasión es más fuerte que el juicio.”
- “Nada de lo que surge es realmente ‘yo’.”
- Sentarse tranquilamente, con atención
Repetir mentalmente la frase elegida, dejando que penetre suavemente en la mente, sin apuro. - Permitir que despierte una emoción afín
Desapego, paz, confianza, gratitud, benevolencia…
Este es el corazón de la práctica: conectar intelecto y corazón. - Observar los efectos del pensamiento
Notar si hay menos agitación, menos ansiedad, más calma y claridad. - Volver con regularidad a este ejercicio
Idealmente, antes de comenzar la meditación en silencio. También puede practicarse caminando, acostado o mientras se enfrenta una emoción difícil.
¿Por qué es tan importante?
Esta práctica vence los cinco obstáculos mentales (pañca nīvaraṇa):
- Deseo sensual
- Mala voluntad
- Letargo y somnolencia
- Inquietud y remordimiento
- Duda
Sin remover estos obstáculos, la mente no puede estabilizarse ni penetrar en la verdad. Por eso, el pensamiento selectivo es considerado por Bhante Punnaji como la Etapa I del camino meditativo, accesible y esencial tanto para laicos como para monásticos.
Mucho más que un ejercicio mental
El pensamiento selectivo reeduca la percepción.
No se trata de negar lo que ocurre, sino de dejar de interpretar el mundo desde patrones condicionados por el miedo, el apego o la aversión.
Es la primera luz que se enciende al comienzo del camino.
La mente, al ser dirigida sabiamente, comienza a soltar sus hábitos automáticos.
Así, paso a paso, surge un modo de ver más libre, más compasivo y más profundo.
🪷 No se trata de pensar distinto por obligación. Se trata de ver distinto, desde un corazón entrenado en la serenidad y la sabiduría.