DEL EXISTENCIALISMO A LA VIDA EXPERIENCIAL

La enseñanza del Buddha y la purificación de la mente

La enseñanza del Buddha está centrada en la purificación de la mente. Pero este cultivo no es solo un entrenamiento interno: implica una transformación radical en la conducta, en la relación con el mundo y con nosotros mismos, y, sobre todo, en la manera en que percibimos las cosas.

En esta nota abordaremos algunos malentendidos comunes sobre términos como existencia, experiencia, vacío, no-yo, la nada, etc.


La ilusión de un “yo”

El Buddha enseña que la visión que tenemos sobre nosotros mismos está distorsionada. Este engaño no se produce por mala intención, sino por mero desconocimiento de lo que implica la vida humana y su relación con el mundo.

Desde niños aprendemos a pensarnos como individuos separados, que deben sobrevivir en un mundo externo. Esta noción de independencia va moldeando nuestra identidad. El hecho de experimentar de manera consciente y racional nos lleva a creer, equivocadamente, que somos algo único y separado.

Así surge la construcción de identidades rígidas basadas en percepciones e ideas, lo cual es la raíz del sufrimiento.


Los cinco agregados

El Buddha reemplazó la noción de un “ser fijo” por la visión de los Cinco Agregados (pañcakkhandhā):

  • Forma
  • Sensación
  • Percepción
  • Formaciones mentales
  • Conciencia

Estos cinco procesos abarcan toda nuestra experiencia. El sufrimiento surge cuando nos aferramos a ellos, creyendo que son “yo” o “mío”.


Vacío e interdependencia

En el Buddhismo, vacío no significa que no haya nada, sino que nada existe por sí mismo, de manera independiente y permanente.

El cuerpo depende de órganos, huesos y tejidos; la mente depende de pensamientos, sensaciones, percepciones y conciencia. Todo surge en dependencia de causas y condiciones. Por eso, ningún fenómeno puede sostener una existencia fija o absoluta.


De la visión existencial a la visión experiencial

Comprender esto permite un giro radical: pasamos de una visión existencial, donde todo se interpreta en términos de nacimiento y muerte, existencia y no existencia, a una visión experiencial, donde lo que aparece se reconoce como fenómenos condicionados que surgen y cesan.


El camino hacia la liberación

Al vernos como procesos cambiantes en lugar de como entidades fijas, el peso del aferramiento se disuelve. Lo que parecía tan propio deja de serlo. Y, en esa comprensión, surge la posibilidad de soltar el apego y la aversión.

El Buddha nos mostró que el “yo” es solo ignorancia sostenida por hábito, y que al comprenderlo, esa ilusión se desvanece.


Conclusión

El vacío no es una negación, sino la apertura a ver que nada es fijo. Comprenderlo transforma la manera en que vivimos: nos libera de la identificación personal y nos acerca a una mente clara, que percibe las cosas tal como son.

Toda la enseñanza del Buddha apunta a esto: reducir el apego, soltar la aversión y despertar de la visión distorsionada que causa sufrimiento.

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