Para algunas personas, es más sencillo ingresar al buddhismo por la puerta de la devoción: la recitación, la participación activa en ceremonias, eventos y actividades dentro de centros o monasterios. Para otras, estos elementos pueden resultar innecesarios, incluso parecerles algo sectarios o propios de un fanatismo ciego. Prefieren, en cambio, entrar por la puerta de la meditación, la reflexión y el estudio.
Lo cierto es que todas las tradiciones buddhistas comparten estos elementos en común, aunque a primera vista pueda parecer extraño. Cuando observamos la habilidad analítica del Buddha para exponer sus enseñanzas, la profundidad psicológica con que aborda la naturaleza del sufrimiento y su cese, puede parecernos incompatible con ceremonias o prácticas devocionales. Sin embargo, estos aspectos tienen más relación de lo que imaginamos.
En el buddhismo, bhāvanā significa cultivo o desarrollo. Este es el punto en común donde se unen todas las enseñanzas buddhistas. El aspecto devocional es, simplemente, otra forma de inclinar la mente hacia la sabiduría, el altruismo y los estados virtuosos.
Personalmente, yo era una persona muy reacia a las prácticas culturales del buddhismo: recitar oraciones, honrar al Buddha o hacer ofrendas en un altar. Mi mente escéptica ponía en duda todos esos elementos. Sin embargo, internamente, su impacto comenzó a madurar poco a poco.
Recitar la toma de refugio y los preceptos al comienzo del día, incluso antes de meditar, volvía mi mente más calmada y clara. Estos elementos no producen liberación por sí mismos —no se supera el sufrimiento simplemente recitando preceptos o frases de homenaje—, pero sí acompañan y sostienen la mente dentro del campo de virtud que uno está cultivando. Sin esas prácticas, nuestros pensamientos tenderían a dispersarse en asuntos sin sentido, lejos de la paz y el equilibrio.
Es importante dar a cada elemento el valor que le corresponde dentro del contexto de las enseñanzas. En el buddhismo no se fomenta la ostentación, las festividades excesivas ni la sobreestimulación sensorial. Sin embargo, incluso en el buddhismo existen cánticos, rituales y celebraciones que cumplen una función: mantener a la comunidad unida y desarrollar la mente.
Estos elementos acompañan, pero no determinan —como en otras religiones o culturas donde se atribuyen poderes sobrenaturales a cánticos o recitaciones—. En el buddhismo, la estimulación de los sentidos no es un fin en sí mismo, sino una herramienta orientada de forma armoniosa para generar un impacto virtuoso en la comunidad.



