En el buddhismo se enfatiza la experiencia directa, es decir, vivir las enseñanzas por uno mismo y no quedarse solo en un plano intelectual. El Buddha lo expresó claramente en el Kalama Sutta (AN 3.65):
“Cuando ustedes mismos saben: ‘Estas cosas son malas, censurables, criticadas por los sabios; si las adoptamos y practicamos, conducirán al daño y al sufrimiento’, entonces deben abandonarlas.”
Del Entendimiento Cognitivo a la Comprensión Experiencial
Podemos conocer los conceptos del Dhamma, aprender clasificaciones y memorizar términos, pero si esto no se traduce en experiencia directa, se queda en lo cognitivo. La enseñanza del Buddha es un arte de cultivar la mente, y para eso es necesario observar cómo funciona realmente, momento a momento.
La experiencia contemplativa es más profunda que las construcciones mentales. Saber que “el enfado es dañino” no es suficiente; debemos experimentar cómo el enfado altera el cuerpo, agita la mente y crea sufrimiento.
¿Por Qué el Buddha No Escribió Sus Enseñanzas?
En tiempos del Buddha, la escritura no era un medio común para transmitir conocimiento espiritual. Se usaba principalmente para registros contables o textos rituales de la tradición brahmánica. Por eso, el Buddha transmitía su enseñanza oralmente y a través de ejemplos cotidianos, asegurando que pudiera comprenderse de forma directa y práctica.
El Dhamma Se Comprende Siendo Conscientes
El sufrimiento es universal. Nadie necesita largas explicaciones para reconocerlo, porque se experimenta en la propia mente y cuerpo. Cuando estamos perturbados, lo sabemos; cuando estamos en paz, también. Así de directo es el Dhamma.
“El sabio experimenta sensaciones, pero no se aferra a ellas.”
— SN 36.6
La conducta ética, la meditación y la sabiduría se comprenden en la práctica. Cuando insultamos o herimos a alguien, sentimos el efecto inmediato en nuestro cuerpo y mente: tensión, calor, pensamientos agitados. Reconocerlo es experiencia directa. No necesitamos que alguien nos lo explique.
La Práctica Comienza con el Cuerpo
El Buddha aconsejó comenzar observando el cuerpo (Satipatthana Sutta, MN 10), porque no requiere razonamiento complejo. Simplemente notamos la respiración, las sensaciones y su naturaleza cambiante. No analizamos su historia, solo vemos si son agradables, desagradables o neutras. Así surge la sabiduría.
Presencia en la Vida Diaria
Esta presencia no es concentración rígida ni análisis constante. Es una atención abierta y relajada que podemos llevar a todo lo que hacemos, incluso al escuchar a otros. Observar cómo la mente quiere intervenir y dejarla descansar es ya una práctica meditativa.