LAS RAZONES PARA TOMAR REFUGIO

Cuando se dice que la práctica de las enseñanzas del Buddha se inicia con la toma de refugio, surge inmediatamente una pregunta importante: ¿Qué necesidad tenemos de un refugio?

Un refugio es una persona, lugar o cosa que nos da protección frente a daños y peligros a los que estamos siempre expuestos. Así que cuando empezamos una práctica yendo por refugio, esto implica que la práctica está destinada a protegernos del daño y el peligro. Nuestra pregunta original en cuanto a la necesidad de un refugio nos conduce, por lo tanto, a otra pregunta:

“¿Cuál es el daño y el peligro del que hay que protegerse?”
Si revisamos nuestras vidas puede que no nos veamos expuestos a ningún peligro personal inminente. Nuestros empleos pueden ser estables, nuestra salud, buena, nuestras familias, bien provistas de lo necesario, nuestros ingresos, adecuados, y podemos pensar que todo esto nos da razones suficientes para considerar que estamos seguros. En tal caso, ir por refugio puede convertirse en algo totalmente superfluo.

Para comprender la necesidad de un refugio, debemos aprender a ver nuestra posición como realmente es; es decir, verla con exactitud y en todo su contexto. Desde la perspectiva buddhista, la situación humana es similar a un iceberg; una pequeña fracción de su totalidad aparece sobre la superficie, permaneciendo la mayor parte por debajo de ella, oculta a nuestra vista. Debido a los límites de nuestra visión mental, nos resulta difícil penetrar a través de la superficie y ver lo que subyace. Pero ni siquiera necesitamos hablar de lo que no podemos ver; incluso lo que resulta obvio a primera vista para nosotros, rara vez se percibe con exactitud.

El Buddha enseña que el conocimiento está al servicio de nuestros deseos. De forma sutil y sin que nos percatemos de ello, nuestros deseos condicionan nuestras percepciones, deformándolas para que encajen en el molde que ellos mismos quieren imponer. Así, nuestras mentes funcionan seleccionando y excluyendo los distintos aspectos de la realidad. Tomamos en consideración aquellas cosas agradables a nuestras preconcepciones, borramos o distorsionamos aquellas que amenazan con sumirlas en el caos.

Desde el punto de vista de una comprensión más profunda, más completa, el sentido de seguridad que normalmente disfrutamos es falso y está sustentado por el desconocimiento y la capacidad de la mente para el subterfugio. Nuestra posición parece inexpugnable, pero sólo se trata de las limitaciones y distorsiones de nuestra perspectiva. El camino verdadero a la seguridad, sin embargo, se encuentra a través de una comprensión correcta, no a través de la ilusión. Para ir más allá del miedo y el peligro, debemos agudizar y ampliar nuestra visión. Tenemos que atravesar las ilusiones que nos adormecen en una cómoda complacencia para mirar directamente en las profundidades de nuestra existencia, sin escaparnos con inquietud o perseguir distracciones. Cuando lo hacemos, se hace cada vez más claro que nos movemos por un estrecho sendero al borde de un peligroso abismo.

En palabras del Buddha, somos como un viajero que atraviesa un espeso bosque rodeado por un pantano y un precipicio; como un hombre arrastrado por una corriente que busca seguridad agarrándose a las cañas; como un marinero que cruza un océano turbulento o como un hombre perseguido por serpientes venenosas y enemigos asesinos. Los peligros a los que estamos expuestos pueden no ser siempre inmediatamente evidentes para nosotros. Muy a menudo son sutiles, están camuflados, son difíciles de detectar. Pero, aunque no podamos verlos inmediatamente, el hecho evidente es que están allí de todos modos. Si queremos librarnos de ellos, primero debemos esforzarnos para reconocerlos como lo que son. Sin embargo, esto requiere valor y determinación.

obre las bases de las enseñanzas del Buddha, los peligros que hacen necesaria la búsqueda de un refugio, pueden agruparse en tres clases generales:

1) Los peligros relacionados con la vida presente
2) Los peligros relacionados con las vidas futuras
3) Los peligros inherente al transcurso general de la existencia.


A su vez, cada uno de éstos comprende dos aspectos:

a) Un aspecto objetivo, que es característica particular del mundo
b) Un aspecto subjetivo, que es característica correspondiente a nuestra estructura mental

Explicado por Bhikkhu Bodhi

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